Cielo e infierno

Me gusta caer en las llamas del amor y quemarme.
Ardiendo está mi corazón y las cenizas del viejo amor que allí habitaban ya se desintegraron por completo.
Es un buen lugar donde residir, y apesar de sediento estar, se ama con intensidad.
Las llamas acaban con todo a su paso:
La experiencia se quema de un solo trazo;
La frialdad ya no tiene cavidad en mi pecho; solo fuego ardiendo intenso.

Me gusta caer en las llamas del amor en un agosto lleno de vientos,
No hay velocidad que extinga el fuego, ni lluvia o rocío que apague el incendio.
Se hospeda ahí en el fuego un poco de miedo,
¿Qué sería el infierno de los sentimientos, sin el miedo y la cobardía en su lecho?
No existe tal morada, llena de calma y sereno, solo fuego ardiendo, un corazón y el cielo.

Me gusta perderme en la luna ardiendo, ardiendo de luz con un azul cielo.
Despejado el horizonte y en el centro aquella estrella, deslumbrante y fugaz alumbra mi tormenta.
Dentro, muy dentro, en el incesante infierno, está mi corazón cargado de anhelo.
Así tan flamante, brillante y sin cielo, se encuentra el hombre en este gran universo.

Nos gusta caer en las llamas del amor;  en lo profundo del corazón de picada a la ilusión.
Nos acorrala y no nos suelta la idea de querer,
La esperanza nos amarra como un fuerte arnés.
Plagado de ilusiones está el firmamento;
Lleno de estrellas está nuestro suelo.
Caminamos y recorremos extensos senderos
Rebosantes de fuego, amor y sueños.

Me gusta convertirme en cenizas. Blancas y llenas de brisa.
Me gusta que se esparzan por las calles, amando y queriendo a cualquier caminante.
Me gusta renacer como un ave Félix
Para volverme a quemar y volver a amar
Me gusta quemar y ser quemada; me gusta que vivamos en ese infierno que habita en el alma.

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