De caballeros y armaduras
“Aveces algo ocurre y dejo de soñar”, no sé bien dónde escuché esa frase, ni a quién, menos porqué, solo cayó en mis oídos. Esporádicamente imagino despropósitos que – considero – son sandeces, y pienso en cielo firme y tierra flotante. No sé muy bien —tampoco— para qué pienso tales cosas, pero bien, me pierdo en la inmensidad de la vida. No hace falta que me suceda algo específico, puede ser desde un mal día, hasta un hongo mal utilizado. Y si lo pienso bien, ambos habrían sido mal días...¿malos? quizás no muy agradables, aunque interesantes; tan solo miro un poco más lejos de lo que mis ojos acostumbran, y es bueno, puedo contemplar más que si los llevo abiertos. Cerrados o no, allí, donde quiera que signifique allí, están esas maravillas que suelo ignorar. Existe una dualidad en todos los aspectos a los que la vida refiere: los ojos están abiertos cuando miramos, y si lo pienso bien, nunca lo hacemos realmente. Cegados, así vivimos. Privados de experiencias que la...