Desgastada la palabra, pero intocables las posturas

Parece fácil de entender, pero no es tan simple como se lee. Para hablar acerca de un tema tan debatido se tiene en cuenta la religión de una de las partes, pero su postura también, y es que no son términos que posean la misma definición. Empecemos diciendo que “religión” es un sistema de creencias, preceptos, prácticas y rituales, en cambio, una “postura religiosa” es la manera como un individuo se identifica frente a una o varias religiones, por ejemplo: los creyentes, panteístas, universalistas, ateos, agnósticos o los indiferentes, aunque hay más. Ahora bien, teniendo ya definidas las palabras podemos entender la controversia y enfrentamientos que ocasional, o comúnmente se escuchan, ven o leen acerca de la existencia, creencia y fe en Dios.

Después del periodo en el que el cristianismo liderara la nueva sociedad feudal y que posterior a eso se dieran sucesos como: — aquí nombro 10 hechos— el apogeo a la cristiandad, un esfuerzo por la unidad cristiana, la reforma, reforma protestante, en Europa y luego la católica, el concilio de Trento y sus frutos para la iglesia, y finalmente el punto de partida de las sociedades con libertad de credo, la revolución francesa, el liberalismo como problema, la era del totalitarismo y el fin de las guerras mundiales, que afectó tanto a Europa como América y sur América, en este caso, el país en el que resido y del cual me baso para este escrito: Colombia. Como consecuencia de todo lo anterior, el debate entre religiones y posturas ha venido ascendiendo y, aunque esté desgastado el tópico principal, las posturas se mantienen intactas ya que nadie habla sobre ello, sino se basan en la predicación de la palabra de Dios, o de Alá, por nombrar casos puntuales.

Hasta la constitución de 1991 el catolicismo era proclamado como religión oficial del Estado colombiano. Era el país del Sagrado corazón de Jesús, sin embargo, se establecieron ciertas libertades y entre ellas se encuentra la libertad de culto, de expresión y libre pensamiento. Hasta ahí, todo bien. No obstante, esa libertad se convirtió en un abuso hasta el punto de llegar a estigmatizar personas por no predicar el mismo credo, lucir diferente o defender una postura que no venía con los ideales de la Nueva granada y la pasada constitución de 1886 con sus sesenta reformas.  Entonces, se disparó, desde hace muchos años, una ola de debates en los que no se respeta lo que uno cree y el otro practica, lo cual, en pleno 2017, ya debería estar abolido.

Como he enunciado antes, cuando se otorgó la libertad se ataron las cadenas. Creer que solo mi postura y mi credo es el que funciona, es causa primera del conflicto interno en el país, y no, no hablo de la guerrila y el proceso de paz con todas sus aristas de corrupción, abuso de poder y cuestiones que en el tema expuesto no tiene mucha relevancia; hablo de la intolerancia y el irrespeto hacia con el otro, y esto es lo que en nombre del catolicismo ( por nombrar una religión predominante ) y el rezo a un Dios supremo se ha venido imputando a quienes intentamos opinar diferente. La famosa violencia religiosa que viene acechando Colombia desde hace mucho tiempo, pero ahora, cuando todo es mediático e instantáneo, se puede observar más rápido.

Los musulmanes, por ejemplo, matan en nombre del supremo y no hay quien otorgue perdón. Es una clara generalización, pero los miles de muertos por erradicar creencias alternas sustentan la vaga premisa escrita. Para otorgar veracidad, en 2012 y 2013 en “varios países de Oriente Medio se radicaliza el conflicto entre musulmanes sunitas y chiitas, fomentado por el conflicto regional entre Arabia Saudita e Irán”(Peckel Marcos, Guerras Religiosas, El espectador, 2012). Y eso es en otra locación. En Colombia, no está el asunto en tal magnitud pero todo tiene una génesis. La llave rota gota a gota llena la copa. En las calles es común ver este tipo de actitudes, o en los colegios, la discriminaciom es clara también. Sin más que citar debido a que este tipo de violenvia es, en cierta medida aceptada, una interrogante encabeza los últimos párrafos:

¿Dónde quedaron los mensajes de amor y respeto al prójimo? o, es más, como dijo el papa Francisco en su reciente visita al país: “Colombia es rica por la calidad humana de sus gentes, hombres y mujeres de espíritu acogedor y bondadoso; personas con tesón y valentía para sobreponerse a los obstáculos”, ¿dónde están esos colombianos?

Creer en algo o alguien es una decisión enteramente personal e intransferible, está en cada uno de nosotros el tomar o no ese camino y si decidimos ir por otro sendero debe ser respetado sin recurrir a ningún tipo de violencia. Independientemente del credo, la religión católica y el resto de religiones debe optar por una paz tanto interna como externa, que acoja al prójimo, acepte y no ataque la creencia y postura del otro porque a fin de cuentas una religión lo que promulga, aparte de la fe, son los valores como humano, en suma de todo lo anterior, eso es lo que somos todos así yo promulgue el catolicismo, pero sea agnóstica, por decir algo.

¿Ven el paradigma ahora? No se requiere ser creyente para creer, ni viceversa. Son posturas contra prácticas y a pesar de que hay diversidad, no todas las personas llevan del mismo lado esos dos términos. Respeto y tolerancia, colombianos. Esa es la invitación.

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