El primer amor parte II


Pues bien, una vez en aquel salón que no vale la pena detallar muy afondo - todos conocemos un salón promedio de clases- es como todos, sillas, tableros, ventanas, estudiantes y un profesor. El encuentro parecía típico de un vídeo ( si hubiese existido en esa época ) de Sinatra o Rey Charles, tan suave pero tan profundo como el piano de Charles o las trompetas de Sinatra. Pero no lo fue, fue normal, no todo es como un crepúsculo o un Titanic en el amor. Dos típicos jóvenes que entran a clases y no se conocen en lo absoluto. La clase era introductoria y todos estaban emocionados por ser el primer día, pues claro, para la mayoría era su primera vez en un instituto, Julieta no, ella ya había pasado por allí un par de veces. Sabía cómo iba a ser. Sabía también que iba a llamar la atención. Llámese egocéntrica o confiada, pero toda rubia es como un lampo intenso cuando entra en algún lugar. Es el poder del sol, le digo yo.

Ya desde hace muchos años este lampo vivo fue conocida por diferentes aptitudes como lo era redactar bien algún escrito, corregir ortografía, contar historias, cuentos, crónicas, incluso noticias y eso que lo detestaba. Pero era una mujer perdida. todos estamos perdidos en algún momento de nuestra vida. No sabemos con exactitud qué camino queremos seguir para alcanzar los sueños que aun no tenemos claros. Muchos entran a un instituto con la esperanza de ser el orgullo de los padres, pero ¿dónde queda ser el orgullo propio?.

La clase transcurría con normalidad, así como esta historia lo hace. Ella se percató de las miradas de uno que otro joven en aquel salón. No le importó, Julieta estaba segura que así iba a ser todos los días que siguiera asistiendo allá. Bella, si, coqueta también, era un rayito de sol que se había perdido de su este y oeste y ahora estaba en el centro de una gran ciudad llena de obstáculos para brillar.

Los jóvenes no le llamaron para nada la atención: un Godinez, un señor barriga joven y sin bigote, un James Rodriguez frustrado, un Albert Einstein moreno y un ''gringo" pelo-negro y escuálido. Ese es el punto de partida, la linea de inicio siempre es la mas delgada y se acaba con todo un rayado de situaciones.

Todo sucedió tan rápido como cuando se esconde el sol a las seis en punto de una tarde maravillosa y bella en lo mas lejano de la playa. Brilla tan abisal y esplendido que por un segundo nos sentimos alejados de nuestra realidad, soñamos con lo mas bello, nos invade un sentimiento de sosiego y nos sentimos capaces de agarrar la vida por un costado con tanta parsimonia que no nos hacemos daño a nosotros ni a nadie. Pero así como tenemos ese segundo magistral, tenemos lo que nos aguarda de día soñando con un próximo atardecer. Así es el amor humano, es un soplo, un atardecer, la única gota de amor que riega nuestro corazón. Un vertiginoso momento de vida que nos hace dar cuenta de cuál va a ser nuestro primer amor realmente.

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