Un viaje ácido


Lo recordé.

Dentro de un caudal de recuerdos lo recordé a él. Otra de las tantas veces que pensé que ya se había esfumado de mis pensamientos y de esas reminiscencias fugaces que se cuelan por el canal de la vida compartida.

Me pareció que solo estaba contando una historia. Una bella historia que pasó a significar en mi vida desde que sucedió.

Esa noche le conté cada pormenor y ella estaba atenta a todas mis palabras, mis gestos y reacciones. Era un cuento sacado de un libro de poemas. Relaté cada rasgo vívido, pues me encontraba bajo ese mismo estado en el que experimenté tan lucidos momentos, llenos de claridad, transparencia y entrega.



No recuerdo cómo pasó, pero el camino se hacía cada vez más largo.  Acabamos de comer a las 11:00 p.m. Llevábamos la mente flotando en infinidades de posibilidades en ese momento. Pasamos la calle que conecta con la cuadra camino a mi casa y nos desviamos al cruzar el límite de memorias.

Sigo sin entender — le dije — hoy hemos caminado un montón, no estoy cansada, y aún sigo sin entender esa vez que subimos veintiún pisos por las escaleras como dos niños pequeños emocionados por la aventura en la que se adentraron horas antes. Visitamos cada piso de ese edificio al igual que un niño se pierde entre un parque de diversiones. Todo nos atraía, y lo subimos y bajamos, continuamos caminando por otras horas más. No había cansancio, solo risas, conversaciones sin finales ni comienzos, promesas fantasiosas que hoy ya no existen, y un amor que hoy ya no está.

Hice una pausa para respirar. Sentía una presión en el pecho. Era una sensación conocida. En ese momento pude entender que ya había entrado en un lugar del cual muy difícilmente podría salir. Fue mágico —continué— después de caminar y caminar acabamos en la casa de uno de sus amigos. Él, Pacho, su amigo, salía por comida en un punto de la noche; él, mi recuerdo y yo, nos quedamos en la sala escuchando música y hablando, como era la usual en aquellos días. Y sabes una cosa…jamás olvidaré esa canción.

 — ¿Cuál canción?

Esa, la que suena en mi cabeza. La que escucho cada tanto esperando no flagelar en el intento por recordar. Esa, la misma que siento en el pecho y la única que se ha quedado hiriendo a mi ser.

 — ¿Por qué?

Cuando Pacho se fue nos quedamos en la sala, como había dicho, y me senté a su lado. Mirábamos por la ventana. Era un ventanal grande, lo suficiente, con vistas a una cancha de tenis. Las luces estaban apagadas y lo único que iluminaba el lugar esa noche era la luz de la cocina atrás de nosotros. Hablábamos, y cuando entró la cursilería nos dijimos que nos amamos una vez más. Lo miré, recuerdo, lo observaba mientras miraba por la ventana. Lo observé cuando me miró de vuelta. ¡Cómo amaba que hiciese eso! Él sabía que yo lo miraba sin descanso, y de repente volteaba a verme, sorprendido, aunque confianzudo, como si no lo supiese; pero lo sabía, y era lo que más me gustaba. Sabía que estaba perdida por él, encontrada gracias a él y a salvo junto a él.

Ella solo me miraba. No hizo más hasta tiempo después.

...una vez dicho eso nos miramos fijamente. Nos perdimos en los ojos del otro. Me encantaba perderme en esos ojos, mierda, cómo amaba mirarlos hasta dormirme o hasta cesar con un beso aquella incómoda situación. Empezó a sonar la canción, y cuando no pudimos más ocurrió. No sé cuánto duró, no sé qué pasó mientras pasaba; solo sé que pasó él y se quedó. Nos besamos toda la canción. Descargando la rabia, el temor, la alegría, apatía y desvelos en ese solo beso que se convirtió en el recuerdo más bonito de toda mi vida, de todos los que tengo, de todos los que me faltan. Lo besé y después no supe más.

Al abrir los ojos se había terminado la canción. Y sucedió. Lo amé ahí más que cualquier otro día. Lo amé con mi alma fragmentada y puesta a su disposición. Lo amé hasta odiarme a mí misma. Y aún lo sigo amando.

Ella solo caminaba y de vez en cuando me percataba de su rostro asombrado. Doblamos la esquina de mi edifico y caminamos detrás de un supermercado.

…Y ahora, en este punto donde siento mi ser hecho escombros, es cuando me doy cuenta de que mi corazón se fue con él ese día. Ahora entiendo que no puede ser más, probablemente ni lo sea, y por amor a mí misma no puede serlo. Me hizo mucho daño. Nos hicimos el peor daño conocido; amarnos sin amor. Así de confuso y sin sentido como suenan esas tres palabras juntas. No podría volver a estar con él, no lo creo, aunque eso no atenúa lo evidente: lo sigo amando.

Pasó de ser un amor condicional a ser uno incondicional, y también uno disparejo. Así como lo amo, lo odio, —resolví en mi cabeza, pero no se lo dije —, y lo único que quiero es verlo feliz, verlo triunfar, ver que sea la persona que quiere ser. Me hace feliz saber que él es sin mí, y que es mucho más, o mucho menos.  No sé cuánto dure, cuántos días, meses o años. Sé que lo amo y lo amaré toda mi vida. Porque eso es perceptible, y no solo en el corazón, en este momento lo siento en mi mente:

Fue mi primer amor, fue mi primera vez en todo, en cada uno de los aspectos de la vida que quieras elegir. Él fue eso que llega de la nada y se va de la nada, pero no queda en la nada, queda vívido por siempre y para siempre…amor, — susurré al final, con la voz perdida en los árboles y mis ojos pendientes por si aparecía un destello de debilidad.  —

…Y con lágrimas desbordándose sin sentido por mi rostro la miré y le dije: es el momento en el que realmente siento que él sale de mi pensar y se materializa en estas palabras. Él, en la totalidad del pronombre, y la complejidad del ser que es. Me duele. Me duele como nunca me dolió algo antes. No es odio, no es tristeza; tampoco soledad ni apego. Es un amor inconcluso que marcó la existencia de un ser humano más, con sus debilidades, defectos y complejos; fortalezas, virtudes y capacidades.

Todos tenemos uno de esos. A todos nos llega ‘‘él’’ o ‘‘ella’’, que de nuestro vivir no saldrá.

***

Sentí el diluvio que me negué cuando cesó el sol. Me derrumbé en todas mis estructuras con esa historia reprimida que aguardaba por salir. Salió y aquí estoy, comprendiendo una vez más que las cosas fáciles me maman gallo; que los vacíos no se llenan con cosas finitas; que quien no se ha definido no puede definir nada más en su vida que no sea superfluo y pasajero; que la fugacidad y diversión trivializan el sentir; que ya no se siente en este siglo, todo es superficial y con poco sentido del sentir; que los mejores refugios son aquellos los cuales yo elijo y no los que eligen por mí.

Me desperté del trance con una pesadez emocional repleta de respuestas que había estado buscando incansablemente con un fin sin lucro: volverme mierda, destruirme, patearme y decirme a la cara, sin miedo, rencor o repudio: el amor lo es todo en la vida. El amor a la naturaleza, al fútbol, a otra persona, a una banda o escritor; a lo que sea, sin embargo, lo que más importa es el amor propio. Una vez que me enamore de mí misma voy a aceptarme con todo lo que traiga y me ofrezca. Una vez me ame con locura, como lo amo a él, voy a encontrar la paz, porque cuando uno ama y siente está en paz, solo que en la mayoría de los casos lo estamos con algo que tarde o temprano nos dejará con nosotros mismos otra vez.

Esa es la manera correcta de vivir, siendo ‘correcta’ un término aceptado por todos. Aunque ese ya es otro debate que pertenece a otra conversación producto del mismo desencadenante que me hizo aceptar mi realidad.

Y es tan ácido todo esto que me agobio, aun mas cuando tengo algo por decir, y eso me quema...aunque sea lo diré una ultima vez: Te amo y te amaré toda mi maldita vida. Mi niño, hombre, anciano y espíritu. Hasta el cansancio voy a hacerlo. Y me condeno con estas palabras.

De igual forma tu y yo somos libres, y en esta conversación atemporal contigo y conmigo misma, no queda más por decir.

El amor de la vida sí es para toda la vida. Y ese nuevo amor soy yo.

***

Nos paramos a fumar en la mitad del parque, aún con los ojos llorosos, ambas.

No hacía falta más, es el axioma de mi ser.




Comentarios

  1. HP, fue malditamente doloroso. Me gustó.

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  2. "... quien no se ha definido no puede definir nada más en su vida que no sea superfluo y pasajero". ¡Qué buena apreciación!

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  3. Gracias a los dos por sus comentarios. Las entradas son intermitentes, pero espero tenerlos como lectores.
    Bonito día, cualquier día. C:

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