De caballeros y armaduras
“Aveces algo ocurre y dejo de soñar”, no sé bien dónde escuché esa frase, ni a quién, menos porqué, solo cayó en mis oídos.
Esporádicamente imagino despropósitos que – considero – son sandeces, y pienso en cielo firme y tierra flotante. No sé muy bien —tampoco— para qué pienso tales cosas, pero bien, me pierdo en la inmensidad de la vida. No hace falta que me suceda algo específico, puede ser desde un mal día, hasta un hongo mal utilizado. Y si lo pienso bien, ambos habrían sido mal días...¿malos? quizás no muy agradables, aunque interesantes; tan solo miro un poco más lejos de lo que mis ojos acostumbran, y es bueno, puedo contemplar más que si los llevo abiertos.
Cerrados o no, allí, donde quiera que signifique allí, están esas maravillas que suelo ignorar.
Esporádicamente imagino despropósitos que – considero – son sandeces, y pienso en cielo firme y tierra flotante. No sé muy bien —tampoco— para qué pienso tales cosas, pero bien, me pierdo en la inmensidad de la vida. No hace falta que me suceda algo específico, puede ser desde un mal día, hasta un hongo mal utilizado. Y si lo pienso bien, ambos habrían sido mal días...¿malos? quizás no muy agradables, aunque interesantes; tan solo miro un poco más lejos de lo que mis ojos acostumbran, y es bueno, puedo contemplar más que si los llevo abiertos.
Cerrados o no, allí, donde quiera que signifique allí, están esas maravillas que suelo ignorar.
Existe una dualidad en todos los aspectos a los que la vida refiere: los ojos están abiertos cuando miramos, y si lo pienso bien, nunca lo hacemos realmente. Cegados, así vivimos. Privados de experiencias que la vida deja por ahí...la vida como si fuese sujeto, cuando predicado tampoco es. a veces suele recordarnos lo que fuimos y no queremos ser otra vez, –su antagónico es el no querer–, tampoco queremos mejorar.
Son tiempos extraños. Días cálidos y tristes; lluviosos y felices; con risas, lágrimas, caricias, golpes…son días. Días, simplemente. Unos con aspiraciones, ambiciones, metas y sueños llenos de esperanza. Otros llenos de conformismo, dejadez, resignación, simplicidad, más que todo. Me gusta pensar que el día siguiente será mejor que el anterior, pero es evidente que , así dependa de mi, no tengo certeza de que así será.
Son mañanas extrañas. Mañanas con cálida compañía o una sombría soledad que aterra al alma; soleadas y nubladas; colmadas de regocijo y desasosiego. Música matutina, cantada a todo pulmón, a todo volumen que hasta parece que no se sufre. Silencio inminente que penetra cada rincón del infinito espacio-tiempo. Disfruto imaginar una mañana en la que me despierte sin la pena del ayer y la incertidumbre del mañana, empero, así dependa de mis decisiones, siempre vuelve a suceder el hecho maldito.
Tardes extrañas también son. Tardes con aromas infinitos, a canela, café, galletas y un toque de serena vainilla. Llenas de vida o pasividad. O ambas. O ninguna. Gritos intensos en el centro de mi ser en los que mis más grandes miedos carcomen las fibras de mi piel, queriendo salir, queriendo gritar, anhelando dejar de existir una vez más. Rimas armoniosas que habitan mi calvario, llenan de calma con un poco de lírica la cara que pongo a diario. Me cautiva recrear en mi mente una mejor puesta de sol, en la montaña con el cerro en mis pies, con una sonrisa en la boca que no esté consumada por la hipocresía, que no haya una lagrima detrás del cristalino a punto de escapar de su agobiante prisión y, aunque dependa de mí, mis decisiones y mis valores, sé que siempre fallará.
Son noches largas. La noche eternamente joven; interminable. El espacio en blanco en el que la mente se desnuda y dibuja todo lo que posee en su interior. La penumbra de los sentimientos; el ocaso de la armadura que, como buen soldado, llevo puesta. La oscuridad solo esclarece lo que la luz opaca. La verdad es un candil en el momento más lúgubre del día, una verdad no absoluta, una que signifique para mí o intente hacerlo. No es gracias a la luna y las estrellas que lo hace, es por la cobardía habitante en compañía de lo real y la valentía que se genera en la soledad de lo oculto.
Somos seres de la noche. Es ese el lugar en donde nos escuchan y podemos escucharnos: sucede lo esperado. Nosotros sentimos, sabemos qué viene después de un pensamiento inoportuno pues es un circulo vicioso. Me gusta explicar lo que es la noche para mí de un modo en el que ni la mañana ni la tarde tengan protagonismo, sin embargo, por más que quiera hacerlo no puedo dividir la existencia en tres.
***
Existió un caballero que amaba tanto su labor de proteger al reino y osaba demostrar que era bueno, noble y generoso que un día - gracias a que no se quitaba nunca su armadura- quedó atrapado en su yelmo, con la rendija cerrada, los brazos, piernas, torso y cabeza cubiertos por metal duro e impenetrable. Para liberarse debía ir con el mago Merlín en lo profundo de un bosque en busca de pistas para alcanzar liberarse de aquella vieja y oxidada armadura. Visitó al mejor herrero del pueblo pero no pudo hacer nada por él, ni él ni nadie, solo aquel mago que todo lo podía. Entonces, así lo hizo. Dejó todo atrás ( su casa, su trabajo, su reino y su vida) por ir a averiguar cómo sacar su cuerpo de aquella prisión. Atravesó lugares mágicos tan irreales que el caballero despertó del trance en el que se encontraba y se dio cuenta – poco a poco – que era él quien se mantenía encerrado. Platicó con su conciencia y estuvo un rato a solas con el silencio. Conversó con animales que le dejaron varias lecciones y, al final, el caballero se liberó. Abrió su mente, su corazón, se amó a sí mismo y comprendió que cada quien es su propia armadura oxidada y no se permite escapar de ahí.
***
Es un circulo vicioso, queridos lectores, que hace que adoptemos conductas nocivas para nuestra vida pero, ¡vamos!, así funciona la mente humana y eso lo explicó Freud: existen distintos mecanismos de defensa — así los llamó —. Una técnica para evitar, negar, distorsionar nuestras fuentes de ansiedad o para mantener nuestra imagen personal que nos hace sentir bien con nosotros mismos. Autoengaño, me gusta denominarlo, y éste crea puntos ciegos en la personalidad. Y nos arruina. Son ocho: la negación; represión; formación reactiva; regresión ; proyección; racionalización; compensación; sublimación. Ahora pues, es importante explicar brevemente en qué consiste cada uno para así comprender cuál es la armadura en la que nos metemos:
En primer lugar tenemos a La negación — considero que el nombre ya dice mucho— y es básicamente protegernos contra una cruda realidad y la no aceptación de situaciones difíciles principalmente relacionadas a la muerte, enfermedades o experiencias amenazantes y dolorosas. Continúa la Represión, aquí se reprimen los pensamientos e impulsos amenazantes y dolorosos, lo cual se manifiesta cuando hay un conflicto sea mutuo o unilateral con otra persona, bien sea por desagrado u hostilidad, venganzas, fracasos […] hechos ocurridos en el pasado. La Formación reactiva es cuando, además de reprimir, se controla de una manera exagerada el comportamiento opuesto, es decir, por ejemplo (recuerden las bases de Freud del inconsciente) un sentimiento de desprecio hacia alguien — inconscientemente— se transforma en exagerado cariño y esto se da porque los sentimientos inaceptables son tan peligrosos que no es suficiente reprimirlos, se debe fingir un comportamiento opuesto para subsanar el sentimiento real. La regresión es retroceder a un hábito o situación anterior y con un grado menor de exigencia, por ejemplo, regresar al lenguaje infantil. La proyección es inconsciente y nos protege de la ansiedad causada por ciertas características que, de manera consciente, damos por sentado que son inaceptables. Racionalización es justificar inconscientemente el comportamiento objetable que consideramos en cada uno. La compensación es cuando intentamos reemplazár un defecto o falla y son propias de una defensa contra un sentimiento de inferioridad. Por ultimo, la sublimación es la transformación de los deseos frustrados en actividades sustituvias, por ejemplo, canalizar ira practicando boxeo.
En síntesis, estos mecanismos de defensa salen a relucir en casos cuando no lidiamos con la frustración, la tensión o la ansiedad y todos reaccionamos de un mismo modo pero de diferente forma, o en otras palabras, el ciclo es el mismo pero los componentes varían: mal acción- mal sentimiento- mal pensamiento-mal acción y así, se repite una y otra vez hasta que, o buscamos ayuda o todo empeora de una manera abismal.
Y eso fue lo que me sucedió. Lo que me sucede y lo que — hoy decido—no me sucederá porque son días extraños. Días en los que el yelmo se atoró una vez más en mi cabeza y me dejó la vista nublada por un rato no muy largo. Quizá me haga falta un poco de estadía en el castillo del silencio para que pueda encontrarme conmigo misma otra vez y me libere. Andar un poco por el sendero de la verdad, sin miedo ni holgazanería; recargar las baterías en el castillo de la voluntad y la osadía donde afronte mis más grandes temores y los venza de una vez por todas para llegar a la cima de la verdad. Allí, en lo alto del cielo, en el cerro donde fuerte sopla el viento, y repitiendo los versos que le escribí a mi bello amor y compañero, seremos libres de cualquier armadura oxidada que nos tranque el sendero de nuestra vida.
Son noches en las que no duermo y en las que escribo, leo y pienso : no me puedo derrumbar ahora. Cometo errores, adopto comportamientos que no son los más acordes y dañan a seres que amo; justifico acciones con más acciones que no me llevan a ningún lado; me lamento y me desmorono pedazo a pedazo, pero, al final del camino todos somos un caballero que — cito las últimas líneas de aquel bello libro— “ era el arroyo. Era la luna, era el sol. Podía ser todas las cosas a la vez y más, porque era uno con el universo. Era amor.” Eso somos si nos decidimos a cambiar esos días extraños por unos extraordinarios. Todos los hombres mueren y pocos viven.
Son tiempos extraños, querida conciencia, y tú y yo lo sabemos con claridad.
Excelente relato, cae preciso en el momento, como si el universo enviara señales, para tomar un nuevo rumbo.
ResponderBorrar